Monday, May 5, 2014

¿Triste por naturaleza?


Si escribo hoy es por el puro hecho de desahogarme y como ruta para encontrar el motivo de mi infinita tristeza, este camino lo estoy caminando hace varios años, tantos como los que ha durado mi juventud, con mi llanto empecé mi río de letras. Aunque todavía no he obtenido respuesta de ellas, siento que cada vez me acercan más, y si no estoy más cerca, entre el río se mezclan las lágrimas hasta no distinguir.
Cómo quisiera tener una explicación para mi llanto, un motivo identificable con el cual poder refugiarme y hacerlo válido. Pero en vez de un buen motivo, tengo mil razones que me revelan como una cobarde, como nada más que una busca-excusas, una quejetas de la vida. Me siento avergonzada de mi tristeza injustificada, como una desagradecida que no logra satisfacerse con todo lo que ya tiene. ¿Qué me hace falta en la vida para entender que mi camino es ser feliz? Nunca he estado en una miseria que le de pie a estas lágrimas interminables.
No quisiera compararme, pero es inevitable; reviso cada aspecto de mi vida y me encuentro más favorecida que la mayoría de la gente que me rodea. Sin embargo, es esta incomodidad conmigo misma la que no me deja quitarme el filtro gris de los ojos, la niebla de odio y envidia. He cultivado una nube sobre mi cabeza a lo largo de todos estos años, cuán difícil es dispersarla ahora...
Sé que un jardín florecido me ha rodeado, pero yo me he encargado de arrancar todas las flores para ver un camino árido.

Mayo, mes odioso, espejo constante que me obliga a ver lo que más detesto.

Yo solo rezo para que mi nube se disipe en vez de espesarse, porque aprenda a quererme para dejar crecer un jardín de veraneras, para que el camino de letras me otorgue la voluntad para convertirme en la mujer que espero. Quiero creer y tener fe en que mi tristeza no es intrínseca a mí, en que no nací con ella y está en mi poder desvanecerla.






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