Tuesday, May 27, 2014

Juan Rulfo (Parte I)

Análisis personal de la entrevista realizada a Juan Rulfo por la Radiotelevisión Española en 1977.

Juan Rulfo nació en Pulco, en un pueblo pequeño de calles retorcidas.
Durante la Rebelión cristera (1926 – 1928), a toda la gente de los pueblos pequeños la pasaron a vivir a los pueblos grandes, su familia perdió todo. Clausuraron los colegios y se fueron a Guadalajara. Los primeros meses de la revolución murieron sus abuelo y su padre, a los pocos años murió su madre. Por lo que vivó durante un largo tiempo en un orfanato que funcionaba como una correccional.

Iguazú - Gustavo Santaolalla

  •    Lo único que aprendí fue a deprimirme.

¿Sería Juan Rulfo escritor si su vida no hubiera estado ligada a la tragedia? Lo funesto y transgresor de sus relatos, la punta que perfora el corazón del lector depende de la tristeza del mismo escritor, es necesario que su mirada fatalista se extienda por su puño hasta la letra, en el camino ser inundado por la tragedia o ser desde el nacimiento proclive a ella. Es así que el escritor debe llenarse de una pasión pasiva, de una llama azul que incendia paulatinamente el discurso.





  •    He aprendido a vivir con la soledad.

Después de nadar por años entre la tristeza, ver que el dolor fue causado otros hombres, la salvación está en huir de la humanidad, generadora de la tragedia. Reconstruirse desde las voces internas nunca antes escuchadas por el bullicio de la compañía. La soledad viene a ser el templo de reafirmación personal, el lugar para el ser real. Es entonces que la soledad deja de ser un mal impuesto para ser el encuentro con mi propio ser, donde construyo mi estructura.






  • Los lugares en que estuve eran lugares tranquilos, pero el hombre no lo era. El hombre traía una violencia retardada, podía surgirle la violencia en cualquier instante.

Desde siempre he creído en la violencia como algo inmanente al hombre, la ira como un impulso difícil de controlar, el ser salvaje que aún subyace en la humanidad. Al igual que la tristeza antes mencionada, esta es una llama azul que se mantiene al interior de cada uno, pero a diferencia de la tristeza, el fuego de la violencia no se esparce paulatinamente, es un fuego fatuo que necesita ser incendio, es explosión inminente y oportunista.
El hombre civilizado se ha encargado de esconder todos sus fuegos, se encarga de permanecerlos azules y calmos para evitar la devastación de un incendio enrojecido.




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