Saturday, May 24, 2014

Pesadillas

El sueño es proveniente de situaciones en varias ocasiones consideradas nimias por el moldeado consciente, situaciones externas que vienen al hombre, receptor inadvertido: pequeños detalles, esporádicas imágenes o rostros desconocidos que son desdeñados por el cerebro despierto logran desbocarse durante el sueño, revelando la real fase primaria, no moldeada de este hombre. Entonces ¿somos auténticos sólo durante el sueño?

Por otra parte (o dentro de la misma) están las pesadillas, una subdivisión necesaria del subconsciente, la residencia de los demonios, el mundo en el que se vacía la caja de Pandora. Por el contrario, las pesadillas surgen no de impresiones momentáneas fijadas durante el día, no nacen como reproducción de vivencias. Las pesadillas son el germen de un sentimiento cultivado, de los temores adquiridos y las angustias que carcomen. Si bien los monstruos de las pesadillas no son reales, el miedo sí lo es. Se podría decir de cierta forma que, los sueños suelen echar mano de los estímulos externos a los que está expuesto el ser humano, mientras que las pesadillas aducen mucho más a los conflictos internos, son la oportunidad de develar la parte del subconsciente que se encarga del hombre mismo. Las pesadillas recurren a experiencias no vividas, a mundos inventados en los que nuestros horrores son factibles y  permanentes.

Los sueños y sobre todo las pesadillas, le revelan al hombre sus propios deseos, obsesiones y miedos más latentes. Los sueños explican a la persona misma el contenido primigenio de sus pensamientos que es sosegado por el consciente. Apelando a la categorización freudiana de los sueños, estas manifestaciones de nuestro ser “oculto” suceden sobre todo en los sueños pertenecientes a una segunda categoría, en la que aparecen elementos o situaciones que nos son comprensibles, pero que no son obvios ni explicables dentro de la vida consciente, es decir, que nos causan extrañeza al no tener relación directa con los hechos reales de nuestra vida. La primera categoría de los sueños no puede llamarse igualmente reveladora, pues se limita a reproducciones vagas o distorsionadas de las vivencias del día o un tipo de collage de recuerdos que no tienden a ser tenidos en cuenta, los sueños dentro de esta categoría suelen ser sueños en los que no ocurre más que la compensación de un deseo o la realización de una frustración. Es la forma evidente de nuestras necesidades, apegos y quereres. Es ese desconcierto y confusión de los sueños de segunda categoría los que llevan al hombre a evaluar y prestar atención a los posibles signos presentes en su sueño. ¿Qué es lo que la sabiduría de este sueño me quiere decir? Aún se le otorgan a  los sueños un contenido místico, poderoso y premonitorio. Como si fueran de la mano del horóscopo, los sueños dictaminan en muchas personas el humor del día, cambios en rutinas y formas de interactuar con algunas personas actuantes en los sueños. En civilizaciones ancestrales como la maya incluso hasta en el Islam actual, el hombre ha recurrido a diversas prácticas con el fin de llegar a un estado de conmoción que lo aproxime a su subconsciente, estos estados de la mente se han considerado niveles superiores que abren la conexión con otros mundos y fuerzas en el universo. Inevitablemente, este incremento de la capacidad receptora ante el subconsciente también propende al hombre a encontrarse con las partes oscuras y negativas en éste. Muchas de estas prácticas asociadas a todo tipo de drogas alucinógenas que ayudan a incentivar la apertura del inconsciente y la introducción del sujeto en un delirio onírico.



Los sueños pertenecientes a la tercera categoría bien podrían calificarse de “incomprensibles”. Estos son los sueños complejos, con elementos y situaciones anómalas cargadas de significados. Estos sueños son los más llenos de símbolos y pistas, de pronto son la manifestación más profunda y completa del subconsciente, sin embargo, su contenido resulta inescrutable para la población regular. Es por esto que el segundo sueño es ese punto intermedio a considerar ideal, ya que incita al soñador a develar su embrollo prometiéndole no caer en el fracaso.


El sueño es un espejo que traza al hombre que sueña, como lo propone Jean Cocteau en La Sangre de un Poeta: un universo alterno, un aleph en el que convergen realidades surreales. Mas las pesadillas, son el espejo negro que refleja incontrolablemente la neblina del ser, una neblina aterradora que sin embargo cautiva. Reside aún en las pesadillas la curiosidad por lo siniestro, por esos demonios que no solíamos conocer en nosotros. Esa facilidad para crear seres, mundos increíbles, de recrear lo incomprensible, la tentación en el enigma hacen de las pesadillas una bifurcación sobresaliente. El resplandor de la oscuridad. El mundo de este espejo es particularmente introspectivo, necesita de tiempo para su cultivo, que es en realidad el cultivo de los traumas, miedos, obsesiones y desequilibrios en el hombre, que comienzan a cultivarse desde la infancia y persisten en la adultez. Muchas de las pesadillas en la adultez son la reminiscencia de los temores adquiridos en la niñez. La pesadilla necesita de un proceso constante, de una reincidencia. Incluso, un sueño sin inicial trascendencia puede volverse tormentoso y angustiante si comienza a repetirse frecuentemente. Como si la repetición de un sueño fuera una alarma, un aviso urgente que no se irá hasta este ser resuelto o descifrado. La pesadilla, al fin y al cabo, no es más que el punto extremo, la exageración de un sueño. No se puede desligar la una del otro, la pesadilla es la extensión impactante del sueño.
 http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/6/67/Wife_portrait_by_Zdzislaw_Beksinski_1956-57.jpg
Wife portrait de Zdzislaw Beksinski 1956-57

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