Sunday, April 26, 2015

Auto engaño



Después de varios meses de intentar un auto engaño, solo los fallos me reafirmaron que no... No sé dibujar, ni tomar fotos, ni cantar y mucho menos escribir. Estudié para volverme artista, pero después de cinco años y un cartón en la mano, sigo siendo la misma adolescente desubicada con polvo en la cabeza. 
Ahora me dedico a llenar hojas con talentos inventados y habilidades olvidadas, con la descripción de la persona lamento no haber construido. Al leerlas solo queda la vergüenza de esa farsa.

No sé si algo bueno vendrá (no creo que nada caiga del cielo), no sé qué debo buscar ni mucho menos donde buscarlo.

Para esto deberían educarnos en la vida, para el dolor de no saber como afrontarla, pero nunca nadie me dijo como hacerlo.

Thursday, April 16, 2015

Volátil: Mudable, inconstante.





Puede que este sea el texto de una fracasada, puede que sea una fracasada por el simple hecho de haber creído siempre que lo era, como también puede que sólo sea una persona que se ha despertado más tarde de lo que debía y aún no sabe cómo desatrasarse en la vida. Si usted, lector, me conoce y está cansado de solo oír y leer auto-quejas, no está solo. Yo estoy también cansada de oír lo mismo 24/7 dentro de mi cabeza.

Para apaciguar tanta bulla que hay dentro, lo más cercano a un remedio es la escritura, contárselo a la pantalla blanca como si alguien fuera a darle importancia. Es por eso que hoy traigo otra de mis cuitas.

Aproximadamente, hasta mis 12 años me consideré a mí misma (gracias al concepto de los demás) como una niña adelantada a su edad. Alguien que sabía más, que pensaba más y asumía los angustiosos problemas de aquella época con más madurez de lo esperado.
Después de esos años pre adolescentes, comencé a cobrar propio juicio sobre mi misma, obtuve la capacidad de comparar mi verdadero yo contra la percepción de los demás; y poquito a poco fui entendiendo que lo que los demás creen sobre uno mismo no importa tanto como lo que yo creo sobre mí misma, ni mucho menos me define. Así fue que el autoanálisis se convirtió en la tarea principal de mi vida, hasta lo que es ahora.
Aunque la mayoría de mi adolescencia consistió en llenar cuadernos con escritos y poemas que no podían reflejar otra cosa que lo que estaba viviendo en el momento, nunca pasé de eso, de analizar el momento, nunca trascendí a una proyección a futuro lo suficientemente fuerte como para definir un ideal de mí misma para perseguir el resto de mi vida. Tampoco creo que haya podido definirme como persona, como mujer. Después de tanto análisis, mi segundo gran descubrimiento fue que no me conocía tanto como creía, que los demás sí podían ver más defectos y cualidades en mí de los que yo podía y que me había vuelto completamente inconsciente de la imagen que transmitía y la persona que era al interactuar con los demás.

A mis 22 años, siento que nunca cumplí la debida tarea de la adolescencia, no logré definirme ni definir quien quería ser. Y aunque tengo una personalidad como todos en el mundo, no sé qué personalidad es esa ni cómo cambiarla, no sé si esto que ahora sufro solo hace parte de una idea más infundada por los medios que me piden encasillarme, y tampoco sé si ya estoy encasillada sin haberme dado cuenta.

Así que si ahora me preguntan qué música me gusta, cuáles son mis pasatiempos o cuál es mi color favorito solo les puedo decir que hace 7 años lo sabia, pero ahora casi ni me importa.

En una década en la que se premia la autenticidad, siento que ni eso tengo, que estoy tan distanciada de todo pero tan influenciada a la vez, que no he podido encontrar mi auténtica voz. Siento que nada de lo que escribo soy yo, porque no tengo un estilo, nada de lo que dibujo soy yo, porque no tengo un trazo, ni nada de lo que escucho es mi música porque no se si nada de estas cosas realmente me gustan y quiero que me conformen.

Si me piden definirme en una palabra, esa tendría que ser: indefinida.